martes, 23 de octubre de 2012

FILOSOFIA






  • SENTIDO DE LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

  • El pensamiento de la humanidad evoluciona con los siglos, como lo hace la mentalidad personal. El pensamiento no es solo producto de los individuos; también cada grupo humano tiene su historia y modo de pensar particular
    “…las filosofías son su propia época expresada en pensamiento; pertenecen a su época y se hallan prisioneras de sus limitaciones: el individuo es hijo de su pueblo, de su mundo, y por mucho que quiera estirarse, jamás podrá salirse verdaderamente de su tiempo, como no puede salirse de su piel”
    (Hegel, lecciones de historia de la filosofía, I, 17-18)
    Los filósofos, autores y corrientes filosóficas no son fósiles intelectuales, ni reliquias del pasado: sus ideas son parte viva del pensamiento y patrimonio intelectual de la humanidad, constituyendo nuestra “segunda naturaleza”, nuestro “nicho ideológico” en sentido amplio. Las raíces de nuestro pensamiento se hunden hasta el siglo VI a.c.



  • ¿QUE ES LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA?

  • Por lógica, debería entenderse al final, con una visión de conjunto de todos los autores y corrientes.
    Para Hegel, la filosofía tiene una unidad histórica: es un caminar hacia la verdad, por más recodos que encontremos. No es un mero cúmulo de opiniones, según las ideas caprichosas del pensador de turno. Cada filósofo depende en sus ideas, argumentos y estilo de los anteriores, y hace posible la transición al pensamiento que le sigue: las ideas parecen bullir como hormigas, pero orientadas en una misma dirección final.
    Cuando los filósofos estudian y afrontan problemas, han pretendido tender hacia la verdad como horizonte. Se plantean los grandes interrogantes del hombre: el conocimiento, la naturaleza, la estructura del mundo, la complejidad del ser humano, la libertad y la ética... Creyentes o no, siempre han intentado establecer un diálogo entre fe y razón, entre filosofía y teología, entre filosofía y ciencia/cultura... en busca de la verdad y soluciones a los problemas.
    Por tanto, la historia de la filosofía es ya filosofía: no es mera exposición histórica/erudita de ideas, sistemas de pensamiento y afirmaciones, sino búsqueda de planteamientos correctos y soluciones a los problemas, a las incoherencias, etc.
    En filosofía, todo es discutible: por principio, no se admiten verdades sin haber sido previamente demostradas y razonadas. Incluso los hechos históricos se discuten, en cuanto que pueden ser objeto de diversas interpretaciones. Filosofía e historia son inseparables.
    Con estas observaciones, la filosofía no debería invitar al escepticismo ni llevar a un abandono de las propias creencias y prejuicios. Más bien, debería suscitar una confianza en la razón y en la capacidad del hombre para acercarse asintóticamente a la verdad y hallar soluciones -al menos provisionales- a los problemas. Cada autor aporta una pieza al puzzle que podríamos llamar verdad. Por tanto, los filósofos no piensan aisladamente; construyen sobre lo que otros hicieron y aportan fundamentos a los que le siguen. Nadie posee la verdad absoluta, pero todos la buscan. Algunos, convencidos de que no existen verdades absolutas, se esfuerzan por aclarar los problemas y cuestiones parciales a su alcance.
    Puesto que cada época hace posible la siguiente y gracias a que un sistema cae puede surgir otro, las corrientes de pensamiento son visiones parciales, nunca absolutas ni completas, de la realidad. Por tanto, no hay razón para hundirse en el escepticismo (hay progresos en los problemas) ni hay razón para ser dogmático (nadie tiene el monopolio de la verdad).
    Puesto que la verdad se va alcanzando gradualmente y requiere esfuerzo de reflexión, análisis y estudio, es preciso estar en estado de alerta permanente. Estamos obligados a ser críticos, con nosotros mismos y ante todas las informaciones que nos llegan del exterior. Como seres humanos, ninguno deberíamos renunciar a ser filósofos, a buscar la verdad con espíritu crítico.
    Cuando se mira en la historia y en el pasado, deberíamos buscar aquello que no envejece, las ideas más vivas y geniales, porque muchas personas de gran talento e inteligencia se han enfrentado antes que nosotros a problemas fundamentalmente parecidos a los nuestros.

    ARISTOTELES

    Aristóteles nació en 384 a. C. en la ciudad de Estagira (razón por la cual se lo apodó el Estagirita), no lejos del actual Monte Athos, en la península Calcídica, entonces perteneciente al Reino de Macedonia (actual Macedonia). Su padre, Nicómaco, fue médico del rey Amintas III de Macedonia, hecho que explica su relación con la corte real de Macedonia, que tendría una importante influencia en su vida.
    En 367 a. C., cuando Aristóteles tenía 17 años, su padre murió y su tutor Proxeno de Atarneo lo envió a Atenas, por entonces un importante centro intelectual del mundo griego, para que estudiase en la Academia de Platón. Allí permaneció por veinte años.
    Tras la muerte de Platón en 347 a. C., Aristóteles dejó Atenas y viajó a Atarneo y a Aso, en Asia Menor, donde vivió por aproximadamente tres años bajo la protección de su amigo y antiguo compañero de la Academia, Hermias, quien era gobernador de la ciudad.
    Cuando Hermias fue asesinado, Aristóteles viajó a la ciudad de Mitilene, en la isla de Lesbos, donde permaneció por dos años. Allí continuó con sus investigaciones junto a Teofrasto, nativo de Lesbos, enfocándose en zoología y biología marina. Además se casó con Pythias, la sobrina de Hermias, con quien tuvo una hija del mismo nombre.
    En 343 a. C., el rey Filipo II de Macedonia convocó a Aristóteles para que fuera tutor de su hijo de 13 años, que más tarde sería conocido como Alejandro Magno. Aristóteles viajó entonces a Pella, por entonces la capital del imperio macedonio, y enseñó a Alejandro durante, al menos, dos años, hasta que inició su carrera militar.
    En 335 a. C., Aristóteles regresó a Atenas y fundó su propia escuela, el Liceo (llamado así por estar situado dentro de un recinto dedicado al dios Apolo Licio). A diferencia de la Academia, el Liceo no era una escuela privada y muchas de las clases eran públicas y gratuitas. A lo largo de su vida Aristóteles reunió una vasta biblioteca y una cantidad de seguidores e investigadores, conocidos como los peripatéticos (de περιπατητικός, 'itinerantes', llamados así por la costumbre que tenían de discutir caminando). La mayoría de los trabajos de Aristóteles que se conservan son de este período.
    Cuando Alejandro murió en 323 a. C., es probable que Atenas se volviera un lugar incómodo para los macedonios, especialmente para quienes tenían las conexiones de Aristóteles. Tras declarar (según se cuenta) que no veía razón para dejar que Atenas pecara dos veces contra la filosofía (en referencia a la condena de Sócrates), Aristóteles dejó la ciudad y viajó a Calcis, en la isla de Eubea, donde murió al año siguiente, en 322 a. C., por causas naturales.


    Aristóteles se ha significado como uno de los filósofos más importantes de todos los tiempos y ha sido uno de los pilares del pensamiento occidental. Sus obras, escritas hace más de dos mil trescientos años, siguen ejerciendo una influencia notable sobre innumerables pensadores contemporáneos y continúan siendo objeto de estudio por parte de múltiples especialistas. La filosofía de Aristóteles constituye, junto a la de su maestro Platón, el legado más importante del pensamiento de la Grecia antigua.
    Pese a ser discípulo de Platón, Aristóteles se distanció de las posiciones idealistas, para elaborar un pensamiento de carácter naturalista y realista. Frente a la separación radical entre el mundo sensible y el mundo inteligible planteada por las doctrinas platónicas, defendió la posibilidad de aprehender la realidad a partir de la experiencia. Así pues, en contra de las tesis de su maestro, consideró que las ideas o conceptos universales no deben separarse de las cosas, sino que estaban inmersos ellas, como forma específica a la materia. Por estos motivos, otorgó gran importancia a los estudios científicos y a la observación de la naturaleza. Sin embargo, las preocupaciones de Aristóteles no se dirigieron únicamente al estudio especulativo de las cosas y sus causas, sino que también se centraron en cuestiones de lógica formal, moral, política y estética. De acuerdo con las fuentes antiguas, el filósofo griego escribió 170 obras, aunque sólo 30 se han conservado hasta nuestros días.
    La metafísica
    La preocupación metafísica de Aristóteles es a la vez crítica, con respecto a la de su maestro Platón, y constructiva, puesto que se propone una nueva sistematización. Lo que pretende con la metafísica es llegar a saber "de los principios y de las causas primeras". Aborda los temas de la metafísica en lo que él llama "filosofía primera", ciencia que considera el ser en cuanto ser. Por ocuparse de las primeras y verdaderas causas, puede ser considerada igualmente ciencia de lo divino, ciencia teológica (Theoldgiké épistéme).

        
                                      
                                        La vida de Aristóteles contada en una miniatura medieval

    Aristóteles rechaza la teoría platónica de las Ideas separadas de los entes de este mundo. Lo verdaderamente existente no son los "reflejos" de las Ideas, sino los entes individuales, captados por la inteligencia y en los que reside el aspecto universal. En todo ser se da la sustancia (ousìa, esencia de cada ente individual subsistente en sí mismo) y el accidente (cualidad que no existe en sí misma sino en la sustancia). Las sustancias sensibles se hallan constituidas por dos principios: materia, que dice de qué está hecha una cosa, y forma, disposición o estructura de la misma.
    Para explicar el cambio se vale de las nociones de acto y potencia, determinaciones primeras del ser. Ahora bien, con estas dos nociones sabemos cómo suceden los cambios o movimientos, pero no sabemos por qué. Esto lo conocemos mediante las razones o causas del cambio, que Aristóteles concretiza en cuatro: causa material, causa formal, causa eficiente y causa final (o teleológica). Esta última es de gran importancia para el Estagirita, ya que está convencido de que todo existe para cumplir un fin, pues todo, por su propia inmanencia, busca su intrínseca perfección.
    La ciencia metafísica de Aristóteles culmina en la teología, la cual se ocupa del ser que existe per se, o sea, el ente en su sentido más pleno, la forma pura sin materia. Para probar la existencia de ese ser, apela a varios argumentos: "Entre las cosas que existen una es mejor que la otra; de allí que exista una cosa óptima, que debe ser la divina". Su argumento más conocido es el denominado de predicamento cosmológico: las cosas de este mundo son perecederas, y por lo tanto sufren cambio; este cambio acaece en el tiempo. Cambio y tiempo son, pues, imperecederos; mas para que se produzca el cambio o movimiento eterno ha de existir una sustancia eterna capaz de producir ese movimiento. Pero no podemos retrotraernos al infinito para buscar las causas de las causas, por lo que debemos llegar a un Primer Motor inmóvil. Este motor es Dios, concebido por Aristóteles como fuerza inmaterial inalterable. Ese Ser, sin embargo, no aparece en Aristóteles como creador del mundo, porque éste es eterno.

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